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Can - Future Days (1973)

Future Days siempre fue mi disco predilecto ante toda la pródiga discografía de Can, de enmarque ambiental liberando un pensamiento discernido y dubitativo... de un mañana incierto. ¿Quién sabe qué nos repara "el porvenir"?.


Damo Suzuki y el elenco plantea la esperanza ante tiempos venideros, una oclusión de resarcir cuitado, razón consecuente para amargar el tránsito terrestre en un año de estadía terrenal... con ello logran un sonido exultante y superfluo, no falto de fulgor optimista... una lucha, un arraigado deseo interior por alcanzar la meta del buen camino... el trayecto hacia el juicio compasivo y condescendiente de la madre naturaleza.

Días futuros
                                                

¿Cuál fue la causa del contendiente colectivo?.

Hablamos de la marcha de Damo Suzuki frente a la duda de una posible dispersión entre todo el abstracto elenco. El vocalista de origen Japonés postuló años después el verídico dilema:

Las largas giras por los países bajos extasiaban a cada cual del conjunto, y Damo pretendía un longevo descanso mucho antes de obrar Ege Bamyasi liberado en el 72, mítico por su portada de verduras en conserva. Fue especialmente Holger Czukay quien tras actos de julepes y engoznes de rogo logró mantenerlo hasta entonces afianzando férreamente el quinteto, pero obviamente la mesmedad hizo cargo hacia la desunión definitiva, la emersión ya era irrevocable, Damo Suzuki aportaría su aura en el novísimo proyecto (Future Days), aunque de forma sucinta, dejando al receptor la eterna duda de su posterior futuro.

Un todo aunado en un mismo concepto

En el álbum podemos descifrar pistas melancólicas, baluarte entre parajes inhóspitos y montaraces atmosféricos, siempre como ya he citado anteriormente, con un trasfondo de aflicción y temor ante un mañana incierto.

Es así como el acetato abre con la canción epónima trazando un transcurso conceptual con un moderato que incoa de forma paulatina y en crescendo... reminiscencias del ritmo motorik infiriendo frente a un subsiguiente Allegro, "Spray", un dispendio empírico y vivaz, colorido de una nebulosa caótica y resarcida no muy alejada del propio instintivo coevo.

Interior

Moonshake conforma el intermezzo, una antesala relativamente escueta para dar paso al presto que en ocasiones despunta en un prestissimo confinado en un molto vivaz, sin duda con un espléndido dinamismo de medios, cohabitando su cariz a lo largo de 19 minutos bajo la eficacia colorida del "finale", una oclusión y apertura hacia una nueva etapa ante una preclara diferencia idiosincrática.

Momentos 

Como colofón, se dio la dádiva y deleite al desertor para representar a su modo personal y subjetivo la ilustración del álbum:

Damo Suzuki extrajo el símbolo filólogo y espiritual de "Psique"= Ψ, el cual conforma la vigésimo tercera letra del alfabeto griego, y no es de menos reseñar que su etimología inspira a un pasado mitológico del que parte la definición de "alma, renacer", según la leyenda: ésta (Psique) era la hija menor de las tres que tuvo el rey de Anatolia, de aspecto sumamente agraciado era la encargada de transferir el alma hacia el universo perpetuo después de la última exhalación del moribundo... el viaje hacia el bautismo de la otra dimensión foránea.

Tras el concierto

Para acentuar el particular rasgo, el vocalista sumó el hexagrama de I ting Ching, mejor conocido como el caldero del equilibrio cósmico que rodeaba bajo el amparo y subsidio alentador de energías impías a Psique en forma de círculo benefactor.

En definitiva un álbum digno de loas y alabanzas, pues en numerosas listas musicales lo catalogan como el mejor de todo un panorama progresivo tudesco (número 8 en el ranking de los 50 grandes del progresivo de todos los tiempos, según la revista Rolling Stone, alcanzando la primera posición
en la letanía de Mojo y Pitchfork.


                                    

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